"Astor se había arrodillado ante mí y –lo crea o no lo crea usted- me besaba los pies.
Que un joven tan alto y fuerte ofrezca tan increíbles muestras de acatamiento, no es algo que ocurra todos los días; de manera que, impulsado por el mal efecto que me producía, le di un puntapié en la boca.
Él, por toda respuesta, apoyó la frente contra el suelo y expresó de nuevo su apasionado agradecimiento. -¡Levántate! – exclamé - ¡levántate de una vez perro! Y, si quieres serme útil, te ordeno me expliques inmediatamente a qué viene la extravagante alegría que me expresas…
- La alegría, la felicidad de ser humillado por Nebjeperura no tiene precio- dijo Astor levantándose, pero manteniendo siempre la cabeza baja- no hay nada que pueda comparársele… sólo tiene algún parecido con el tormento soportado en nombre de Epsamón Divino. Por ello te digo, monseñor; que a partir de de ahora, tu despotismo podrá disponer de mi vida; tu despotismo me libera, porque tú pasas a disponer de mi voluntad: ya no debo preocuparme por decidir. Porque tú m ordenas y yo no tengo más alternativa que obedecer ¡oh Nebjeperura! y puedes convertir mi cuerpo en un saco de carroña arrojada a los leones de tu zoológico, o puedes vestirlo de oro y llenarlo de dignidades , según te parezca, pero en cualquier caso, me liberas, porque, de hora en adelante, ya no necesitaré decidir…
La violencia, la crueldad, el orgullo, e incluso la belleza de que Astor diese pruebas anoche, durante la ceremonia, desaparecieron por completo, convirtiéndolo en un muñeco que oscilaba entre el miedo y el gozo; que temblaba y sonreía a la vez mientras uno de los efebos me ofrecía una bandeja de plata que contenía un látigo de cinco lenguas acabadas en puntas de hierro…"
- La alegría, la felicidad de ser humillado por Nebjeperura no tiene precio- dijo Astor levantándose, pero manteniendo siempre la cabeza baja- no hay nada que pueda comparársele… sólo tiene algún parecido con el tormento soportado en nombre de Epsamón Divino. Por ello te digo, monseñor; que a partir de de ahora, tu despotismo podrá disponer de mi vida; tu despotismo me libera, porque tú pasas a disponer de mi voluntad: ya no debo preocuparme por decidir. Porque tú m ordenas y yo no tengo más alternativa que obedecer ¡oh Nebjeperura! y puedes convertir mi cuerpo en un saco de carroña arrojada a los leones de tu zoológico, o puedes vestirlo de oro y llenarlo de dignidades , según te parezca, pero en cualquier caso, me liberas, porque, de hora en adelante, ya no necesitaré decidir…
La violencia, la crueldad, el orgullo, e incluso la belleza de que Astor diese pruebas anoche, durante la ceremonia, desaparecieron por completo, convirtiéndolo en un muñeco que oscilaba entre el miedo y el gozo; que temblaba y sonreía a la vez mientras uno de los efebos me ofrecía una bandeja de plata que contenía un látigo de cinco lenguas acabadas en puntas de hierro…"
Fragmento de "Mundo macho" de Terenci Moix
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