29/5/15

Los zapatos de mi Padre




"Era un pasillo blanco, pronunciado por desvelos ajenos, honras de nada y muecas al suelo; mi camino diario al llegar las diez p.m. 
El sonido de las llaves chocando con el hierro, anunciando la llegada de mi padre. 
Un hombre de negocios con alto vuelo, respetado por colegas, temido por su carácter recio e intolerante.
Recorre con firmes pasos el camino al trono del hogar, se sienta y suspira, buscando sus cigarros en un bolsillo. 
Puedo verlo desde mi pasillo augurando mi pasar siento que me esta llamando, que me busca sin hacerlo. 
Termina de encender el cigarrillo y en vos alta me dice 
-Tráeme un cenicero y algo de beber! 
Respondo con un sí y con la cabeza baja cumplo con su pedido. 
Llego a su lado coloco el cenicero a un lado del sofá, y el whisky con dos hielos en su mano. 
El me agradece por lo bajo y con poco interés de que lo note. 
Cruza su pierna derecha sobre la izquierda, y con la crudeza crónica de todos los días puedo escuchar como resuena en mi cabeza al mismo tiempo en el que el lo dice... 
-Limpia mis zapatos.
Me dirijo a mi cuarto en busca de los elementos necesarios mientras pienso en los zapatos que lleva puestos.
Son unos zapatos de vestir, de color negro, en cuero lustrado y de marca italiana, unos de sus preferidos.
Cuando tengo en mi poder los elementos vuelvo hasta su lugar, me pongo de rodillas frente a él y lo observo, me mira con superioridad desafiándome con una risa sádica y vuelve a decir:
- Limpia mis zapatos.
Salgo del transe que me provocó mirarle su rostro y vuelco la mirada a sus pies, tomo unos de los trapos y comienzo a pasarlo por encima de su zapato derecho para sacarle el polvo, mientras lo hago, doy cuenta de que el zapato esta muy sucio, a pesar de que es tarea de todos los días limpiarlos, y a veces pienso que lo hace a propósito, para que yo deba esforzarme mas. 
 Una vez  culminada la primera etapa de sacar todo el polvo de las superficies voy hacia las suelas.
Eso me cuesta mas aún porque él no hace ningún esfuerzo por moverse y yo debo ubicarme a la altura del suelo.
Cuando acabo las suelas, tomo la pomada para seguir con mi trabajo, pero esta vez rompiendo con el ritmo habitual me dice:
-Hoy no usarás pomada para limpiarlos, vamos a probar algo nuevo, he escuchado por ahí que este tipo de pomadas reseca el cuero y yo no quiero eso, también me dijeron que lo mas eficaz para limpiarlos sin hacer daño es una lengua húmeda- y se rió muy fuerte.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, quede bloqueado sin posibilidades de pensar rápidamente una respuesta, sentí una sensación de ahogo muy extraña, estaba débil y frágil a sus pies como nunca antes. 
Levantó su pierna del piso y la llevo hasta mi pecho, empujo su pie en mí y me dijo:
-¿Qué esperas?
Vacile, pero nada que se pareciera a una palabra salio de mi boca. 
Tomé su pie de mi pecho lo bajé hasta el suelo y acaté el pedido; mi lengua tomó con cada lamida un gusto cada vez mas amargo mientras veía como mojaba el cuero.
Empecé sobre la punta hacia los costados, y terminé así por todo el zapato. 
Me levanté del suelo, me sentía avergonzado, me sentía nada, a tal punto que no podía mirarlo siquiera a los ojos; y cuando estaba por retirarme otra vez alzó su voz al grito de:
- Vas a dejar el trabajo incompleto? No, aun no has terminado, aun faltan las suelas de mis zapatos, acaso no vez que están muy sucias? 
Otra vez accedí a bajar, pero esta vez lamer las suelas. 
Realmente estaban muy sucias, jamás había sentido ese gusto en mi boca, pero las lamí cuidadosamente hasta que no quedara nada de suciedad.
Él observaba con detalle como lo hacia, y yo no quería otro reto más de su parte.
-Terminé- le dije con voz quebrada, él observó detenidamente sus zapatos ya limpios por mi lengua y dijo:
-Han quedado muy bien, a partir de mañana lo harás así con todos mis zapatos.
Y se retiró. 
Pasó una hora desde que había comenzado aquella humillación, hasta que me levanté del piso y fui directo a mi cama. 
Esa noche no pude conseguir el sueño solo pensando. Por qué lo había hecho?"

MarceloF 

27/5/15

Rompele el culo a un activo


Un ojete virgen bien se merece un beso negro.
Empieza con calma, sin ir directamente al ojete, sino lamiendo primero el perineo y los contornos para, poco a poco, ir acercándose al agujero con la lengua.
A partir de ahí, con el entorno preparado y prevenido es cuando la lengua tiene que atacar al ano, primero despacito, con buenas lamidas húmedas, variando la presión que ejerce la lengua contra las paredes del ojete, su velocidad y la dirección de los movimientos.
Poco a poco se irá dilatando ante los movimientos de la lengua y será más fácil iniciar micropenetraciones con la lengua.
Los más sorprendente de una buena comida de culo son sus resultados.
El culito virgen se estremecerá de placer ante el poder de una lengua juguetona y llegará al punto en que casi no podrá resistirlo.
Se retorcerá ante una sensación de gusto inaguantable, y notará su ojete tan dilatado que sentirá la necesidad de ser penetrado.
Los hombres más machos y más activos suelen rendirse con una buena comida de culo y acaban suplicando que nos los follemos.

Completa la faena con un bondage simple que lo inmovilice; para que cuando experimente el terrible dolor del ojete partido no tenga chances de escapar.