Mientras el esclavo permanece momificado tendrá que mantenerse calmo.
La inmovilidad, más el calor, la sensación de estar comprimido y la privación sensorial
pueden causarle tanto stress como para que entre en pánico.
El Amo deberá mantener una estrecha vigilancia sobre él.
Seguramente sentirá como si estuviera flotando en algún lugar fuera de su cuerpo.
Todo lo que oirá es el latido de su propio corazón atronándole en los oídos y la respiración resonando en su mundo de silencio.
Con los ojos cegados, en su mundo de oscuridad, todo lo que puede probar es su propio sudor,
lo único que puede sentir es la vida misma marginándose de su cuerpo.
Un segundo transcurrido le parecerá un minuto, y un minuto una eternidad.
Cuando la oscuridad empieza a jugarle malas pasadas con su mente, y la respiración comienza a arder en su pecho,
el Amo lo liberará de su pesadilla y le dará la bienvenida de vuelta al mundo como un niño recién nacido sale del vientre materno.
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