29/8/12

Los dos sádicos rompieron el pacto

"Dos hombres se anunciaban como amos. para los siervos que creyesen que lo habían probado todo en el ramo del dolor y quisieran convencerse de que los peores castigos no se le habían pasado todavía por la cabeza. 
Musculosos, insaciables, higiénicos, y con barba los dos. 


Alguien de Fuentlabrada que contestó al anuncio se citó con ellos en una whiskería de Alonso Martínez, se gustaron, pero los amos no disponían de lugar de encuentro. 

El joven masoquista de Fuenlabrada tampoco, pero los dos hombres le calentaron tanto diciéndole lo que le iban a hacer y cómo estaban ellos de buenos debajo del uniforme de cuero negro que el muchacho se atrevió a llevarles a la ferretería de la calle Mayor donde trabajaba como dependiente y de la que tenía llaves. 

Se desnudó en la trastienda, le pusieron esposas en las muñecas, metió su cabeza en una máscara de cuero sin ranuras que ellos llevaban, y se puso a esperar el castigo pactado. 

 
Los dos tipos barbudos sacaron inesperadamente un garfio, que le clavaron en un hombro, el chico gritó, lo que entraba dentro del reglamento del placer, pero como la sangre no estaba prevista, sus chillidos fueron a más, y los oyó el dueño de la tienda, que vivía en el entresuelo del edificio. 

Llamó a la policía, que por una vez vino pronto. 
Bajó a abrirles la rejilla metálica, entraron los agentes sigilosos, sorprendieron a los verdugos disfrutando del cuerpo que chorreaba sangre."

Vicente Molina Foix
Fragmento de "El vampiro de la calle Méjico"

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