"El pulso del amo y sus esclavos estaba alterado todavía, tras el
enfrentamiento de José con el general, y el cuerpo de Raúl presentaba un
estado lamentable debido a la paliza a base de zurriagazos que le dio
su amo en casi todas las partes de su anatomía.
Daba la impresión que hasta en las orejas tenía marcas del látigo, pero
la verdadera cura que todos necesitaban era en el alma por más que el
pobre Raúl fuese una pura calamidad con más cardenales encima que la
curia romana.
Sólo con el roce del aire veía las estrellas, pero su tremendo escozor y
el dolor de sus miembros se adormecía al sentir el cuidado con que su
amo intentaba paliar el sufrimiento que su furia le había causado."
Si pinchas la imágen puedes entrar a leer el capítulo 25 de esta historia del Maestro Andreas
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