27/2/13
Azotaina
"Tengo dieciocho años y por tanto, ya es prácticamente imposible que a alguien se le ocurra corregir mi comportamiento dándome unas nalgadas.
Es verdad, puedo practicar una versión erótica de la azotaina con algún hombre en mi vida en pareja o algo así, pero a mí me gustaría recibir un castigo normal, que alguien que mande más que yo me obligue a dejarme azotar, por portarme mal de verdad, y que piense que yo sufro; es decir, quiero una azotaina "en serio", nada de juegos."
" A pesar de mi edad, el otro día por fin me azotaron.
Pero en realidad se puede decir que hice que me azotaran, pues en vista de que me iba a quedar de por vida con las ganas, decidí provocar yo mismo una ira tal en mi padre que acabó por satisfacer mi gran deseo, dándome una azotaina en el culo.
Elaboré un plan y lo puse en práctica, y salió bien.
Primero había que portarse mal, no me iban a pegar sin motivo.
Redacté una nota que parecía del colegio falsificando la firma de algún responsable.
Puse la dirección del colegio en el apartado del remitente y me la envié a mi casa.
En la carta se indicaba lo indisciplinado que estaba siendo yo los últimos días y que me habían enviado varias notas a casa para que mis padres las firmaran pero yo no las entregaba.
Además, ante mi comportamiento escribí textualmente que sería "muy recomendable para el alumno, un correctivo serio".
Así pretendía que mi padre se enfadara mucho, antes de que yo llegara a casa. Cuando llegué sabía que me esperaba una desagradable reprimenda, pero para que me azotase aún tendría que provocarle mucho.
En vez de aceptar el enfado, yo también me puse a gritarle , diciendo que la culpa de mi comportamiento la tenía él (eso siempre enfada a cualquiera).
La tensión aumentaba por momentos y yo notaba cómo mi padre no tenía ningún control, su palabra había perdido fuerza.
Así que tarde o temprano tenía que recurrir a la fuerza para recuperar el mando.
Es lo que yo buscaba...
Así, mi padre me soltó una bofetada.
Fue fuerte, vi que iba por el buen camino.
Había llegado el momento clave, sólo si actuaba bien iba a conseguir los azotes, cualquier fallo podría hacer decaer la tensión y si mi padre recuperaba la calma, se acabó.
Me agarré a él, como intentando frenarle, y seguíamos discutiendo.
Mi padre me quitó de encima y yo hice como que me quedaba en una postura muy sugerente para ser azotado.
Llegó el momento, según me caía le grité
"Qué, ¿cómo vas a arreglar esto, pegándome como a las niños pequeños?"
Ahí le di el argumento definitivo para canalizar su ira dándome unos azotes.
Podía haber hecho muchas cosas pero mi padre se decantó por fin por lo que yo buscaba.
Me empecé a emocionar mucho cuando hizo ademán de ir a pegarme.
Yo le iba a dejar, para que no se arrepintiera, no iba a oponer mucha resistencia; pero sí un poco para que fuera más natural y no sospechara nada. Luego sentí ya la fuerza de mi padre, que me agarró del brazo.
Me arrastró un metro me dio la vuelta y me tiró contra al sillón, boca abajo. Me empezó a dar manotazos no muy fuertes sobre mi pantalón.
Yo estaba muy excitado, e intenté escapar del castigo y me revolvía.
No es que me había arrepentido en mi deseo, al contrario, quería enfadarlo más para que la azotaina fuera más severa.
Me desabrochó el pantalón y me lo bajó hasta las rodillas.
Después me bajó los interiores y dejó al descubierto mi verga morcillona y mojada.
Luego mi padre me volvió a dejar en el sillón, esta vez bien tumbado.
Me quedé boca abajo, con el culo al aire.
En seguida oí el ruido de la hebilla del cinturón
¡Me iba a azotar con el cinturón sobre mi culo totalmente desnudo!
Tal y como yo había soñado siempre, ni en mis más optimistas previsiones había pensado en que el plan tendría tanto éxito.
A partir de ahí me quedé quieto, sin protestar.
Quería disfrutar lo más posible de esta oportunidad única en mi vida de ser azotado.
Mi padre levantó el cinturón y me dijo: "No me gustan estos métodos, pero hoy te has pasado de la raya, muchacho. Te daré unos buenos azotes."
Entonces oí un silbido y seguido el sonido del cinturón contra mi indefenso culo.
Empecé a sentir un escozor intenso en el centro de las dos nalgas, donde había caído el azote.
Eso me excitó aún más.
Con ritmo, los azotes fueron impactando contra mi culo desnudo, y me lo dejaron rojo y dolorido.
Empecé a llorar, aunque deseaba que la paliza continuara.
Disfrutaba a cada azote.
Ese silbido que pronto se convertía en golpe fuerte y seco, me marcaba el trasero y después se retiraba el cinturón, dejándome a la espera del próximo azote.
Yo me sentía allí tumbado boca abajo frente a otra persona, mostrando mi culo, sin ninguna protección, a merced de quien me azotaba.
Sentirme así me ponía la piel de gallina."
"Poco después, los cinturonazos cesaron.
Entonces mi padre me ordenó que me duchara, me cambiara y que después volviera para hablar con él.
Tras ducharme, me fui a vestirme a mi habitación.
En aquella soledad me empecé a acordar de la azotaina y una gran excitación me invadió.
Dejé caer la toalla al suelo, y totalmente desnudo me tumbé boca abajo en mi cama.
En apenas unos segundos volví a sentir todo lo que sentía durante los azotes, y tuve un orgasmo repentino.
Me empecé a acariciar la verga y el ojete y me imaginé que la azotaina proseguía contra mi culo.
Así, unos pocos minutos me bastaron para llegar a otro orgasmo.
Podría haber seguido allí mucho rato.
Pero me acordé de ir a hablar con mi padre, así que me vestí y salí de mi habitación.
Estaba completamente excitado.
Tenía una excitación que hasta entonces ni cabía en mi mente, después de dos orgasmos aún no cabía en mí mismo.
Dije que estaba de acuerdo en que me hubiera dado aquella paliza, que me lo pensé mejor y no tenía que haberme puesto así.
Pero también cosas más sorprendentes; le comenté que yo opinaba que en la adolescencia creamos muchos problemas sin darnos cuenta y que lo más certero es que los padres nos hagan entrar en razón mediante castigos.
El castigo que yo creo que es más adecuado es la azotaina en el culo.
Empecé a filosofar sobre las azotainas y acabé diciendo a mi padre que cada vez que me porte mal no tenga miedo en darme unos azotes, con el culo al aire.
Total, que me echó un buen sermón y luego me fui a la cama.
Allí apacigüé por completo mi ímpetu sexual y luego me dormí más a gusto que nunca.
Seré de las pocas personas que según más les duele el culo mejor duermen.
Al próximo día la vida siguió igual, por suerte.
Excepto en que ahora ya sé lo que es una azotaina.
Y aunque sé que mucha gente sufre por ellas, a mí me gustaría repetir."
Adaptación de un texto de Roberto Abril "La mujer que quería ser azotada"
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hola soy gay
ResponderBorrarExcelente relato.
ResponderBorrarMe hace acordar cuando era adolescente. Disfrutaba recibiendo azotes, y probocaba que me castigaran.
En realidad, para mí, que me azotaran, no era con castigo, sino un premio. Realmente gozaba cuando me daban azotes con el cinturón, sobre mis nalgas desnudas. Amaba esos correazos. Y mientras más azotes me daban y más fuerte me pegaban, más lo disfrutaba.
En casa, mi papá nos pegaba con la correa, a mí y a mis hermanos, pero no nos daba tan duro, a mi parecer. Por una mala nota, llegar atrasado al colegio, tener la pieza desordenada, eran las típicas. Me daba, generalmente, como diez o doce correazos, a poto pelado, es decir, me tenía que bajar los pantalones y los calzoncillos...
Sigo mi historia :
ResponderBorrarYo envidiaba a mi primo, al que sí le daban verdaderas palizas. Su papá, mi tío, lo hacía desnudarse completamente, y le daba entre treinta y cuarenta correazos en las nalgas, bien fuerte.
Yo de verdad lo envidiaba. Y en serio me hubiese gustado ser hijo de mi tío, porque a mí, de verdad me gustaba que me pegaran.
Cuando iba a pasar temporadas en casa de mi tío, yo lo provocaba para que me castigara con azotes, como lo hacía con mi primo.
De verdad disfrutaba los azotes que mi tío me daba. Igual que con mi primo, completamente desnudo, y recibía entre treinta y cuarenta azotes.
Era doloroso, pero me gustaba. Me provocaba tremendas erecciones. Por suerte, mi papá y mi tío no se daban cuenta, porque nos castigaban en la cama, acostados boca abajo.
Después de recibir los azotes, iba al baño y me masturbaba, imaginando que me seguían azotando, y deseando ser azotado de nuevo.
Pies sinceramente no se como puede ser que os guste correazos de vuestros padres... Todavía me dices que son nalgadas, con la mano y vale. Pero correa... Uffff.. Me alegra consigáis si os gusta
ResponderBorrarTENGO 15 AÑOS YO LE DIGO PADRASTRO TU NO ERES NADIE PARA CASTIGARME YO HAGO LO Q QUIERO TU SOLO ERES UN MALDITO BASTARDO MI PADRASTRO ME CALLA CON UNA TANDA DE FUERTES BOFETADAS PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF PLAFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF
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