"En otra sala, empujo la puerta del cubículo de paredes metálicas y veo a un chico muy flaco que está de rodillas y con la cara apoyada contra unos barrotes de hierro que imitan a los de una cárcel.
Me llega un leve olor a poppers. El chico levanta los ojos hacia mí, abre la boca y me saca una lengua enorme.
Entro corro el pestillo de la puerta, me desabrocho los vaqueros y me saco la polla.
Se la mete en la boca, me la chupa y lanza un gemido cuando el ángel azul me la convierte en una barra de granito.
Luego me saca los huevos de la bragueta y me los lame suavemente, como a mí me gusta.
El chico tiene experiencia y sabe mantener los dientes a raya. Una garganta profunda.
Su lengua me lame los huevos cada vez que recorre mi polla en toda su longitud.
Se agarra a los barrotes y yo hago lo mismo.
Arriba y abajo, arriba y abajo.
Se echa atrás para tomar aliento.
Tiro de él por debajo de su mejilla y salgo del cubículo. Esto no ha hecho más que empezar.
Tras observar varias mamadas más, me quedo un rato en un cubículo que tiene un sling, observando a un tío vestido con un chaleco de cuero mientras le saca el puño del culo del que está en el sling; luego le pone un poco más de Crisco y le vuelve a meter el puño hasta llegar a la mitad del antebrazo.
El tío que está en el sling deja escapar uno de esos profundos y patéticos aullidos que sólo lanzan los que practican el fisting.
Quizás los hombres tengamos una laringe suplementaria en nuestros culos."
Quizás los hombres tengamos una laringe suplementaria en nuestros culos."
De: "Bendito sea el ángel azul" autor Daniel M. Jaffe
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