Un buen bondage inmoviliza al sometido dejándolo en una postura vulnerable a merced de su Sometedor.
También se busca un efecto de belleza derivada de la extravagante e incomoda postura del cuerpo atado.
Este perro ofrece lomo, culo y patas disponibles para trabajarlas con vara, látigo o cera.
El Dominante se decide por aplicarle bastinado con vara flexible en la planta de los pies,
mientras le oprime la cara con una gasa.
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