Cuando se posee una perra con el ojete muy bien entrenado, es tentador jugar a forzar sus límites.
Cuando el manoseo se prolonga demasiado, perra y ojete terminan ardiendo.
A estos Dominadores se les ocurre que un buen matafuego puede calmarle el incendio del celo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario