En la barra de los bares, haciendo gala de su pecho trabajado, un puto siempre decía:
"...mi única forma de acabar es que me retuerzan las tetillas bien fuerte..."
"...me gusta con locura que me torturen las tetillas, me duele desde
luego, pero me causa gran excitación,
especialmente cuando me las
tironean como para arrancarlas del pecho;
llego al orgasmo con
mucha facilidad y en forma muy placentera..."
Después de declarar públicamente sus gustos, el perro siempre conseguía algún Dominante
que intentaba proporcionarle remedio para sus males,
lamentablemente eran escasas las ocasiones en que terminaba satisfecho.
Hasta la noche en que un gran Macho lo obligó a cruzar las fronteras del dolor y el placer.
Desde entonces el puto perro no calla su verdad:
"...no conozco nada mejor que la mano enguantada de un Amo experto"
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