La sesión ha sido intensa. El Amo ha descargado todo su morbo sobre el cuerpo ahora agotado de su esclavo.
El perro ha soportado las torturas agradeciendo a su Señor por elegirlo como objeto de sus sádicos caprichos.
Un baño de semen, una lluvia de blanca leche del Amo será la recompensa a su sumisión.
Esa lluvia blanca sobre la carne lastimada es testimonio del placer de su Dueño.
Y el mejor premio para el esclavo será beber las últimas gotas y limpiar con su boca la venerada verga.
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