Por qué negarle a un perro masoca el placer de recibir una dosis de dolorosos latigazos?
Ya comienza su disfrute cuando le tensan el cuerpo, y no puede evitar la excitación al sentirse inómodamente amarrado.
A partir de allí espera con ansia y recibe con gusto cada caricia hiriente del látigo.
A cada marca roja en su piel, corresponde un estremecimiento profundo que llena al puto de calor.
Adicto al dolor no se cansa de recibir el castigo y en silencio implora por más.
El Amo deberá controlarlo y cuando esté a punto de orgasmo por el gusto recibido,
convendrá frenar el climax con un certero latigazo a sus bolas.
convendrá frenar el climax con un certero latigazo a sus bolas.
Excelente sesión de fotos, muy bello el perro masoca, falto el vídeo ojala lo tengan y lo exhiban pronto
ResponderBorrardogo