Lleno, con todo el brazo del Amo alojado en lo más profundo de sus tripas,
después de horas de paciente trabajo, el ojete se abre al máximo.
Relajado en un nirvana anal, el perro vuela en un intenso orgasmo,
sabiendo que su vida depende de quién lo utiliza, lo abre y lo manipula.
Al Amo le emociona la entrega de su esclavo, el calor del interior
y el temblor producto de placer pasivo que desencadena
cuando su perro libera la leche de los testículos sin empalmarse.
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