"Y el amo añadió: “Ahora déjame con este otro, porque la satisfacción de su sufrimiento y el placer de su dolor solamente pueden ser míos. Es un deleite que nunca compartiré con otro ser vivo sobre la tierra... Vete ya, que tengo prisa por gozar de mi esclavo y hacer que mi alma se alimente de sus sensaciones y sentimiento, sacando de él los más sublimes y bajos instintos de su ser”.
En la cueva quedaron amo y esclavo y Manuel se abrazó a Jul, que no podía resistir por más tiempo el entumecimiento de sus brazos al soportar el peso de su cuerpo."
Si pinchas la fotografía o el link de la columna a tu derecha puedes leer el capítulo 47 de esta historia escrita por el Maestro Andreas
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