"De Aza no había que preocuparse puesto que estando con Geis en una misma perrera, a no ser que los dos estuviesen bien atados en su jergones, la puta oriental no pasaba sin comerse el cipote del negrito y metérselo por el ojete un par de veces antes de coger el sueño.
Menos mal que el negrito tenía para dar y tomar y sería difícil que el vicioso de Geis arruinase la fábrica de semen metida en las bolas del joven africano."
Si pinchas la fotografía o el link de la columna a tu derecha puedes leer el capítulo 46 de esta historia escrita por el Maestro Andreas
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