Un rubio putito caliente se siente secretamente atraído por el mundo del BDSM.
Finalmente tiene el valor suficiente para visitar un sexshop para admirar su colección de látigos,
cadenas, mordazas, cuero y extraños artículos de tortura.
Con nerviosismo y emoción escoge uno de los látigos en exhibición.
Quiere saber lo que se siente al golpear duramente su cuerpo con esta cosa.
Como no dispone de efectivo para pasar por la caja y comprar el látigo, lo trata de ocultar en su ropa.
Lo que no sabe es que uno de los dueños de la tienda, está observando todos sus movimientos.
El putito tiene que admitir que estaba tratando de robar,
pero cree que su buena apariencia y encanto, podrán sacarlo de problemas.
Sin embargo está por recibir una lección que nunca olvidará, en el cuarto de atrás del sexshop...
Asustado y a solas con su Master, el putito pagará por su robo.
"Me encanta cuando gritas!"
"Mírame, yo quiero ver tus ojos!" le ordena su verdugo.
A pesar de todos sus esfuerzos, el rubito no puede dejar ponerse cada vez más caliente mientras su polla se endurece.
Casi no puede creer que el látigo golpeándo su carne tenga ese efecto.
No pasa mucho tiempo antes de que el Master decida que es hora de jugar con el fresco culito de su sometido.
Asustado y a solas con su Master, el putito pagará por su robo.
"Me encanta cuando gritas!"
"Mírame, yo quiero ver tus ojos!" le ordena su verdugo.
A pesar de todos sus esfuerzos, el rubito no puede dejar ponerse cada vez más caliente mientras su polla se endurece.
Casi no puede creer que el látigo golpeándo su carne tenga ese efecto.
No pasa mucho tiempo antes de que el Master decida que es hora de jugar con el fresco culito de su sometido.
Después de azotarle la espalda, el Master cuelga de una grúa a su víctima para seguir disciplinándolo.
Suspendido lo suficientemente alto como para estirar su joven cuerpo.
El putito con más miedo que nunca intenta resistirse, pero su Verdugo le responde encintándole la boca.
Azota a su perrita con más violencia, haciéndole gritar y gemir a través la mordaza.
El Master comienza a burlarse de la polla del adolescente, y se la chupa profundamente.
Cuando intenta a resistirse, la mera amenaza de una paliza aún más grave lo hace cooperar con su humillación.
Al Dominante le encanta el sabor de la polla de su pequeño putito rubio.
que colgado por las muñecas, totalmente indefenso y asustado, cada vez se calienta más.
"Tengo algunas sorpresas más en el almacén para ti,"
Le dice su Verdugo mientras le aprieta el culo y la polla y le muerde el abdomen lampiño.
Luego baja al putito, lo acomoda sobre sus rodillas, lo amordaza, observa su culo joven, su rosado y tembloroso ojete, y se dice;
"Apuesto a que este coño sin pelo es tan dulce como una manzana".
Forzado a un 69, en sus 18 años nunca se ha sentido tan encendido al chupar la polla enorme de su Master.
Para el putito, el placer y el dolor se están mezclando y cree que ya nunca será el mismo.
Desconcertado chilla cuando el Dominante el ajusta un anillo de metal a la base de su pene y testículos.
"Cállate la boca, perra!"
Le responde el Master, mientras le ata las muñecas y los tobillos a una mesa.
Antes de que se de cuenta tiene electrodos colocados en los pezones, y al anillo de metal alrededor de la polla y las pelotas.
"¿Estás listo para esto?" le pregunta el Dominante a su esclavo aterrorizado.
Con sólo pulsar un botón, le envía sacudidas de electricidad en ambas áreas sensibles, haciéndole gritar en agonía.
El putito rubio entre gritos de dolor, y como pidiendo limosna grita: "Torturame más!"
El Master lo sorprende una y otra vez, y cubre su cuerpo sin vello con cera caliente.
Después de ser torturado aún más con cera caliente, se ve obligado a satisfacer plenamente a su Master
chupándole la polla de 23 centímetros.
Gimiendo de placer, el Master abusa de su víctima y lo obliga a tomar hasta la gargánta su enorme polla.
A esta altura el putito todo lo que quiere es para complacer a su Maestro, y complacerlo es lo que hace.
Como si no fuera suficiente humillación para el niño-esclavo cubierto de cera y semen,
el Master lo vuelve a atar a la mesa donde lo dejará para que la policía lo encuentre.
Nunca antes se había divertido tanto con un ladrón.
Mientras el rubito ha encontrado una nueva personalidad de sí mismo.
que estamos seguros va a tener un montón de oportunidades para explorar en la cárcel.
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