"El fisting es considerado como una variante que se emplea en la relación sexual desde tiempos inmemoriales.
Los antiguos romanos lo practicaban asiduamente con sus jóvenes efebos cuando eran utilizados para satisfacer sexualmente a los soldados, aprovechando la elasticidad de sus esfínteres producto de la juventud de estos adolescentes.
En otras culturas, mas cercanas en el tiempo, ya se comienza a percibir, que este acto, apoderarse del cuerpo de otra persona, esta revestido de una conducta mística y religiosa, donde se diferencia claramente el papel Dominante y Patriarcal del Sacerdote que es el encargado de introducir su mano y la víctima del sacrificio que se brinda a los Dioses, que es quien va a ser sometida y dolorosamente empuñada.
Y así llegamos a nuestros días, donde las libertades individuales han ido cambiando hábitos y costumbres.
Habría que ver que hubiera pasado si en la época de los romanos o en alguna tribu africana, la víctima se negaba a ser penetrada con la mano...seguramente no viviría para ufanarse de su osadía.
En cambio hoy, es muy poco frecuente, que un sumiso ceda fácilmente su trasero para que la mano de un Macho, lo dilate primero y lo penetre luego.
Algunos tabúes y miedos, hacen que algo que era muy normal en la antigüedad, sea cada vez mas raro y apreciado en los actuales tiempos.
Hoy, en el inicio de este nuevo siglo, son extremadamente apreciadas y valoradas las “víctimas-fist” que se entregan voluntariamente al fisting, como así también hay muy pocos Machos que tienen la suerte de vivir, sentir y gozar la aventura de introducir su mano en otro cuerpo humano.
En un 90% de los casos, es el Macho, por su actitud dominante, quien busca la posibilidad.
Generalmente se encuentra con la negativa de la “víctima-fist”, que supone mucho dolor y además recibir una dilatación anal tal que luego puede hacerse difícil de controlar. (durante 48 horas queda casi sin elasticidad el esfínter anal).
En el 10% restante puede ser que sea la “víctima-fist” quien incite a su Macho para que la penetre.
El sumiso que oficia de hembra o “víctima-fist”, asume un rol pasivo y es quien no va a gozar casualmente de este acto.
Le dolerá mas o quizás menos, pero el dolor va a ser su estigma.
A él le va a doler el ano durante la dilatación y solo ese dolor va a ceder, cuando la mano se introduzca completamente.
El Macho sabe que una vez que su mano ingrese dentro del recto de “víctima-fist”, esta queda definitivamente apresada por su mano, y en consecuencia, es su prisionero sexual.
En esa circunstancia, el Macho siente y ejerce el poder sobre su vencido sumiso. Cuando la mano la penetró, la “víctima-fist” está completamente vencida, sometida y atontada y a partir de ese momento, involuntariamente siente que su cuerpo y su vida pertenecen a quien logro meterle la mano.
Indefenso y vulnerado como está se siente dominado, sometido y vencido.
La “víctima-fist” psicológicamente preparada, siente cuando está penetrado que su autoestima ha bajado a un nivel increíble y que su único apoyo y Dueño, es su Macho, que es quien lo tiene en su poder.
Mientras la víctima-fist permanece en nuestro puño, la manejamos como a una marioneta, podemos hacerlo gatear, hacerlo caminar, o dormir, siempre con la mano introducida en su trasero."
MGA
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