30/12/13

Miedo


"Más allá de la cuestión de si es negativo o no, dado que puede ser imprevisible que aparezca en el momento más insospechado, 
encuentro más interesante conocer un poco más los mecanismos que lo producen, y cómo lidiar con él. 
Pero... ¿sabemos tratarlo para el beneficio de ambos participantes? 
Todos sabemos lo que es el miedo, de alguna manera u otra lo hemos sentido en nuestras vidas, 
y, de alguna u otra forma, también se lo hemos hecho experimentar, consciente o inconscientemente a los demás. 
Y aunque podríamos hablar de temores, fobias, terrores, pánicos, etc. veo más útil ceñirse únicamente a la sensación de miedo, 
de manera generalista, sentido en un situación en la que se sobrentiende que hay confianza suficiente
 como para plantear ciertos juegos peligrosos o que sean nuevos.  
Lo que me resulta fascinante del miedo es ¿cómo se origina? 
¿cómo reacciona la persona que está sometida a él? y ¿cómo desaparece el miedo? 
En definitiva, su vida útil, pues todos sabemos que el miedo es una defensa involuntaria de un individuo 
frente a un estímulo externo que considera peligroso, o que puede potencialmente serlo, 
y que no siempre ofrece al que lo sufre la suficiente ventaja como para que la situación le sea favorable. 
Es por ello que se suele resumir el miedo en dos categorías: el miedo movilizante y el miedo paralizante. 


¿Y el miedo en el BDSM? 
Parto de la obvia base de que no hablamos de que el sujeto pasivo le tenga miedo al Dominante o a sus reacciones 
(salvo en los juegos de forced roleplay), pero es totalmente lógico y natural que sienta un miedo incontrolable frente a objetos, 
situaciones o estímulos que puedan serle agresivos física o psicoemocionalmente, o que se incorporen como novedad en la escena. 
Entiendo que el miedo movilizante tiene su origen en una percepción subjetiva de una situación 
que un individuo interpreta como peligrosa o potencialmente peligrosa, aunque no lo sea realmente. 
Un ejemplo en el BDSM sería la situación de la privación de los sentidos, 
con el aumento de la sensación de desamparo e indefensión que eso produce, y la excitación a través de la imprevisibilidad. 
El miedo paralizante tiene su origen en un ejercicio mental de la imaginación, 
donde el sujeto exagera la percepción inicial hasta niveles grotescos, 
con lo que realmente está más influido por lo que piensa que puede pasarle. 
Un ejemplo en el BDSM sería recibir castigos sin ninguna justificación, 
lo que lleva al sujeto pasivo a no comprender qué hizo bien o mal y a intercambiar la sensación de respeto hacia su Dom por una incontrolable sensación de dudas e inutilidad, 
lo que le lleva al estado de no decir o hacer nada con el fin de no provocar otro injustificado acceso de agresividad en su Dom. 
Las reacciones que los miedos provocan son aun más fascinantes, según mi punto de vista. 
El movilizante es absolutamente normal y sano, porque forma parte de las reacciones biológicas de alarma de cualquier ser vivo, 
y provocan adrenalina, para aumentar el ritmo cardíaco y la respiración, predisponiendo al individuo a una acción rápida. 
En el BDSM, esa avalancha de adrenalina, causa una tremenda excitación y tensión sexual. 
Esa adrenalina, combinada con la participación de las endorfinas, intensifican aun más las sensaciones en la escena. 


En el miedo paralizante la reacción es de total indefensión, cercana al pánico. 
La adrenalina se dispara a niveles descontrolados, y surgen los riesgos de un infarto o de un trombo. El individuo incluso pierde el control voluntario de su cuerpo, y muchos llegan a orinarse o defecarse encima. 
Todo con un origen puramente imaginativo. 
Y cómo desaparece, o cómo podemos hacer desaparecer esos miedos. 
En el movilizante es sencillo: se aleja el estímulo, objeto o sensación que está "agrediendo" al sujeto pasivo. 
Esa persona deja de sentir la situación como peligrosa y baja sus defensas. 
Es el momento del Dominante para hacerle recuperar la calma y relajación, 
pudiendo desaparecer espontáneamente o al terminar la sesión, la charla o el castigo. 
En el paralizante el miedo no desaparece, no hay manera de que el sujeto pasivo pueda controlarlo 
ni de que el Dominante pueda refrenarlo. 
La imaginación de la persona que lo sufre va alimentando continuamente esa sensación de miedo 
y llega un punto en el que hasta lo más inocuo se percibe como dañino. 
La única opción para ambos es reaccionar rápidamente: terminar inmediatamente la escena 
y alejarse el uno del otro."

ManOfSpain

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