En la memoria colectiva de los Alfas no existía nada comparable al asalto masivo con que habían sido sometidos.
El pene aguijón, desde siempre había sido su poderosa u única arma,
y la competencia para la dominación era parte fundamental de su cultura física.
Ahora ambos se estaban utilizando contra ellos.
Una vez que los sementales fueron hechos prisioneros fueron incapaces de utilizar sus poderes.
La
horda de Zythoroshi aceleró el proceso de aniquilamiento
inyectando
más veneno a través de las puntas de sus manos enguantadas.
Una viciosa orgía se prolongó durante horas hasta que Kulmeox ordenó que se detuviera.
Sujetos y sin poder, los Alfas fueron devueltos a los tanques criogénicos para ser transportados a Sartron.
Ya está publicado el tercer capítulo de esta historia ilustrada por el maestro Herodotus
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