"Raúl rayaba la perversión con su esclavo, pero jamás había segregado tanto esperma como en el tiempo que llevaba usando a Dani.
El chico lo tenía permanentemente encelado y con dolor de huevos si no se los vaciaba más de dos veces al día.
Desde que salieron del campamento su polla estaba en erección casi continua y, aunque no se lo confesase ni a sí mismo, ya ni pensaba ni se escudaba en coños ni tetas al metérsela a su esclavo.
Le miraba el culo y el cuerpo tan bien formado y rematado por delante por dos huevitos pequeños y un pito que al ponerse duro crecía más de lo imaginable al verlo arrugado y dormido.
Se fijaba en la espalda del chico, que se estrechaba en al cintura y formaba unas caderas que lo ponían burro al agarrarlas para atraerlo hacia su cuerpo, pegándose como una lapa a Dani al sentir que su semen salía por su uretra y fecundada a ese crío, que usaba como a la puta más despreciable de un lupanar para estibadores y marineros de la peor estofa."
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