"Dejaron los bártulos en la habitación de la casa de huéspedes y volvieron a la estación del ferrocarril.
Allí siempre pululan por los servicios tíos de todas la edades buscando sexo y Dani era lo suficientemente guapo como para tener éxito para enganchar algún cliente que le pagase por una mamada.
Raúl le mandó merodear a la puerta de los urinarios. Y en cuanto él viese un posible cliente, Dani entraría para ponerse a mear a su lado y provocarle enseñándole la polla empalmada.
Y si el tío le entraba al trapo, el chico le diría al fulano el precio fijado por su amo por una mamada.
O el correspondiente por mamársela a Dani.
Pero si querían el culo del esclavo, ya tendría que negociar el precio con el amo directamente.
Y para eso Raúl se quedaba fuera esperando y vigilando que su puta cumpliese bien con su trabajo y le trajese pronto el fruto de sus servicios."
Si pinchas la imágen puedes entrar a leer el capítulo 8 de esta historia del Maestro Andreas
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