Le dio tantos vergazos por el culo, como azotes le había dado antes en los glúteos. Y Geis recordó como era el verdadero placer de ser poseído por su amo y no ser simplemente cubierto por otro esclavo, por mucha verga y potencia que tuviese. Su dueño no sólo le daba un gusto indescriptible dentro del recto, sino que lo llenaba de dicha y se elevaba con él en su orgasmo."
Si pinchas la fotografía o el link de la columna a tu derecha puedes leer el capítulo 21 de esta historia escrita por el Maestro Andreas
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