Encerrado en la jaula de oro de su mansión mediterránea me encargo de la atención de su persona solo durante las temporadas que visita estas playas.
Lo atiendo mientras está en la casa y principalmente lo asisto cuando regresa en mal estado de las orgías a las que concurre.
Eso sí todas las mañanas tengo que estar dispuesto para con paciencia mimarlo con su jugo y su ensalada de frutas que lo desintoxican de sus excesos y masajear su cuerpito de gata.
Debo poner especial atención en revisar a su ojete, muchas veces maltratado por vaya a saber cuantos machos, y cogerlo hasta arrancarle el primer orgasmo del día, porque es una verdadera perra que nunca se sacia de vergas...
¡Si su jefe se deshace de él, lo contrataré de inmediato!
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