La tentación es el deseo de realizar una acción inmediatamente agradable pero dañina a largo plazo, con muchas consecuencias que incluyen la culpa.
También designa al acto de coaccionar o inducir a una persona la realización de un acto, por manipulación o por influencia de curiosidad, deseo o miedo de pérdida.
Frente a la tentación que está profundamente arraigada en el ser se cometen los pecados.
El pecado es una transgresión voluntaria de un buen precepto.
Una mala acción que absolutamente debe evitarse.
Se puede cometer pecado con los pensamientos, complaciéndose en el mal; con los deseos, deseando el mal; con las palabras, con las obras y con las omisiones.
Los pecados deben ser lavados con la penitencia.
Gozando del dolor y del sufrimiento que disciplina, se debe solicitar el perdón profundamente arrepentido, y agradeciendo infinitamente al tutor que ejecuta la pena, y que se sacrifica para liberarnos de males mayores.