Que fortalecen los brazos y el pecho nadie lo discute,
como tampoco se discute que la imposición de una tanda de lagartijas es uno de los castigos más populares
que utilizan los entrenadores y los militares para disciplinar a los rebeldes.
El caso es que ningún perro debería dejar de hacerlas rutinariamente,
aumentarán su resitencia y fortalecerán sus patas delanteras y sus tetas,
y en caso necesario le bajarán los humos y los dejaran tiernitos antes de una follada salvaje.
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