Un bello espectáculo es la pelea de dos sumisos por obtener los favores de su Amo.
Lucha hasta dominar por completo al adversario dejando establecida la escala de jerarquías dentro de la manada.
"Estaba orgulloso de la belleza de tales ejemplares y los exhibía antes sus amigos, provocando más de un reguero de lascivia por la comisura de los labios de otros amos.
Y era en las reuniones que hacían para enfrentar a sus campeones en la lucha cuando más disfrutaba.
Bom sin duda alguna era el mejor y nunca había sido vencido por un contrario.
A los perros se les aceitaba el cuerpo y competían desnudos, pero con un artilugio de castidad puesto en sus genitales para que no se corriesen ni montasen durante la contienda.
También se les enfundaban en las extremidades patucos y manoplas sin dedos para evitar arañazos que les marcasen la piel y un bozal para que no se mordiesen durante el enfrentamiento.
Ganaba el que inmovilizaba al contrario bajo su cuerpo, sin posibilidad alguna de que consiguiese ponerse a cuatro patas de nuevo.
Resultaba enervante ver a dos cuerpos relucientes y resbaladizos, pletóricos de salud y energía, empujándose uno al otro, con sus miembros entrelazados, para derribar al contrario obligándolo a besar el suelo.
Aplastándolo con el pecho para impidiendo que se le escurra y rompa la presa, hasta dejarlo indefenso rumiando en su boca el amargo sabor de la derrota.
La gloria del triunfo y el premio de la apuesta correspondían a su amo.
Y al vencedor, bajo la mirada voraz y rabiosa de los vencidos, se le recompensaba quitándole el bozal y poniéndole en el suelo ante sus fauces una cena extraordinaria servida en un bol de lujo.
Saciada su tripa, su amo lo montaba delante de la concurrencia, todo lo salvajemente que fuese capaz, colmándolo con su semilla, que se recogía en un cuenco, nada más sacarle la verga, para dársela de postre al campeón como un reconocimiento especial por su arrojo.
Después se liberaba su miembro y su propio amo lo ordeñaba sobre un bol, para que el esperma del ganador sirviese de alimento al perro derrotado por él en la pelea, dándole así algo de su fortaleza.
Era todo un ritual para los amos, pero en ese juego Manuel había ganado muchos cuartos gracias a Bom."
fragmento del capítulo 8 de "Historia de Jul" relato autoría del Maestro Andreas
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