Pero uno sus Scoutmaster, un tipo mayor, robusto, con el cuerpo tatuado, vamos todo un machazo, reparó en él y se mostró atento por demás para hacerlo entrar en confianza.
Casi sin darse cuenta una corriente de atracción se estableció entre ambos, hasta que después de armar una carpa simplemente sucedió...
Al principio fueron intimidantes las caricias y los besos pero la lujuria contagió a los dos y cuando la enorme verga destozó su virginidad se le agrandaron los ojos y no pudo controlar los gemidos y jadeos ...
El recuerdo de su primer campamento lo acompañará toda la vida, asociado al calor de la leche, al que se ha hecho vicioso, escurriéndose por su ojete irritado.
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