21/4/23

¡Aplástame las pelotas!

No quiere escuchar su voz y le prohíbe hablar; no quiere verle la cara y lo obliga a enmascararse.
Es su esclavo, su objeto y no quiere que le recuerda a quién sea...
Tal vez es uno de sus profesores, o un vecino del edificio, o peor aún un pariente cercano.
No importa, el puto sumiso se las arregla de todas maneras para rogarle a su joven amo un poco de maltrato doloroso
despertándole el apetito sádico de humillar, lastimar y anular la virilidad de un maduro que no merece ser tratado como macho.

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