22/3/20

La Nochebuena del incesto - primera parte -


Ese año en el reparto de hijos de padres separados me tocó pasar Navidad con Él.
Su cabaña en el bosque, alejada de los vecinos y la carretera, es ideal para un encuentro íntimo de Padre e hijo.
Años de miradas pícaras, caricias cariñosas y juegos atrevidos terminaban siempre con calores sofocados a tiempo, dejándome una insatisfacción que me escocía en todo el cuerpo.
Cuando me llevó a un costado del sendero para besarme suavemente sentí que había llegado el momento adecuado para dar rienda suelta a los sentimientos que mi Padre me causaba.

 Las hojas goteaban; a pesar del frío y la humedad, el beso despertó llamas en nuestros cuerpos.
Mi Padre me abrazó y comenzó a acariciar mis nalgas.
Con una sola mano alcanzaba para tomar mi culito endurecido.
Su verga explotaba a través del jean.

Podría haberme cogido allí mismo, pero continuamos camino hasta la cabaña sabiendo que todavía faltaba lo mejor.


Al llegar a la cabaña el corazón me latía sabiendo que más allá de ese umbral había un punto de no retorno.
Durante tanto tiempo había querido que me folle que a menudo fantaseaba sobre cómo sucedería.
Ahora que estaba tan cerca, podía sentir que la ansiedad me dominaba.
Mi Padre me abrazó con fuerza.
Me susurró que estaba bien y que estaba allí para él.
Yo sabía por qué estabamos allí y lo especial eso que era.


Tan pronto como entramos nuestros labios se encontraron de nuevo, cargados con una energía sexual palpable que solo fue exacerbada por la larga caminata.
Mi Padre quería tomarse tiempo para dejar que me acomodara y me relajara antes de hacer algo más, pero era incapaz de controlar sus impulsos, lo que lo llevó a tomar medidas más audaces de lo que esperaba ...
Cuando me bajó los pantalones para exponer mi ojete asustado y me levantó las piernas temblé, mientras Él acariciaba con el pulgar mi agujero.
 No podía creer que me estuviera tocando allí.
A pesar de todas las fantasías y deseos, siempre lo creía imposible.
Ahora, podía sentir la yema de su pulgar haciéndome cosquillas en el interior al pasar sobre mi esfínter apretado, mientras extendía mis nalgas para exponer el delicado agujero.
Mi Padre me miró a los ojos, notando mi nerviosismo, pero también pudo notar por mi pequeña verga endurecida que mi emoción era más fuerte que mi miedo.
Entonces miró su polla y luego otra vez a me miró a los ojos invitándome a hacer el siguiente movimiento ...


Yo sabía que era una prueba, una oportunidad de demostrar que era algo que deseaba igualmente.
Me tragé el miedo, me levanté y rápidamente saqué su enorme verga.
Era enorme ... ¡Más grande de lo que esperaba!
Cuando la tomé en mis manos, me pareció ser más larga y más dura.
Me la puse en la lengua y probé por primera vez al miembro del hombre.
Era como un nuevo tipo de fruta, sutil, dulce y deliciosa.
La tragé una y otra vez, no quería sacarla de mi boca.
Gemí sintiendo que vibraba entre mis labios.
Mientras me palpitaba en la lengua, pude saborear el pre-cum de mi Padre que se me deslizaba por la garganta.


Papá quería que el momento durara, que calmados gozáramos todos los prolegómenos ¡pero sus propios deseos eran demasiado fuertes!
Sacó su verga resbaladiza de mi boca, la deslizó entre mis nalgas, en mi raja, acariciando mi ojete; y con un suave empujón, perforó mi cereza virgen, sintiéndome temblar mientras se movía centímetro tras centímetro más adentro...


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