11/9/17

Negocios



Muchas veces mientras recorro el país haciendo negocios, pues a eso me dedico, se me han presentado inconvenientes.
No es por presumir pero como buen negociador siempre encuentro una solución que me favorece.
Esta vez por un descuido dejé olvidados de un cliente algunos papeles y la billetera con las tarjetas y el dinero en efectivo; y eso lo advertí cuando pasando por un pueblo se presentó un desperfecto en mi automóvil.
No tenía forma de abonar la reparación a unos mecánicos que en un taller se esmeraron en tener pronto y listo mi vehículo.

Les expliqué a estos tipos cuál era mi situación, y sacando un conejo de galera se me ocurrió una salida que los dejara conformes.
- Muchachos, les dije, en el baúl de mi automóvil llevo a mi perra que es una experta mamona, y si ustedes quieren les ofrezco sus servicios a cambio.
En todo caso pueden probar y si no los satisface esperamos a que mi cliente me venga a rescatar.

Primero pensaron que les estaba jugando una broma; pero cuando levantaron la tapa de la baulera y se encontraron con el puto desnudo aceptaron mi propuesta.


Más que contentos y con los huevos vacíos se quedaron todos.
Ni se molestaron en confeccionar una factura por la reparación, y uno de los testigos que casualmente pasaba por el lugar se ofreció a convidarme con unas birras mientras esperaba la llegada de mi cliente con los papeles olvidados y la billetera.

La perra conforme y con la panza llena de leche caliente.

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