El castigo corporal, o también denominado castigo físico, es una estrategia para frenar los comportamientos considerados como molestos, en el aula.
El castigo físico es el camino para corregir el comportamiento disruptivo.
La mayor ventaja del castigo corporal que manifiestan los diversos autores es que se percibe como estímulo desagradable.
También y desde un punto de vista psicoeducativo, la ventaja en su utilización vendría dada por la inmediatez de su aplicación.
La tercera ventaja que se manifiesta es que tiene consecuencias claras, específicas y obvias.
Según Vockell (1991), en las aulas donde el castigo corporal no es utilizado, la situación es casi siempre más ambigua, los estudiantes no sabrán qué es lo que les ocurrirá ante la infracción de la norma.
Así, pues, los docentes que han utilizado en algún momento de su vida este tipo de castigo aseguran haber encontrado un eventual freno al estrés.
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