22/6/15

El placer de entregarse


"La autoridad, como todo lo que se erige, conmueve.
En el filo de Freud en cuanto al lazo erótico entre la masa y su líder, se inscribe también lo que Leo Bersani define como la naturaleza sexual secreta de la autoridad.
La autoridad como excitante parece ser correlativa a la dicha en la esclavitud.
En los textos: ¿Es el recto una tumba? y Homos, Bersani plantea que los gustos sexuales formatean las inclinaciones políticas.
Hace depender las elecciones políticas de las elecciones sexuales: Una política de derecha, por ejemplo, puede emerger muy fácilmente de un sentimentalismo por las fuerzas armadas o los cuellos azules, un sentimentalismo que puede prolongar o sublimar una marcada preferencia sexual por los marineros y los instaladores de líneas telefónicas.
La literatura es siempre fuente inagotable.
Por ejemplo, en Confesiones de una Máscara, Mishima expresa el efecto excitante de la autoridad cuando describe extasiado la voluptuosidad que le despierta el brillo de los botones de los soldados y el olor a sudor de los uniformes.
La falicización de emblemas, uniformes, banderas, son indicadores de la autoridad como un fenómeno erógeno y excitante.
Lo cual brinda la pista también para pensar los resortes del modelo macho como un modelo ideal.
Rudeza, cuero, pelos y músculos, resultan un modelo atractivo tanto para los heteronormados como para los gays y las lesbianas.
La autoridad como excitante, la valoración del ejercicio del poder y el gusto por la violencia y la esclavitud, indican que el poder se inscribe en una erótica.
Hay una erótica del poder por el hecho mismo de su falicización"


"¿Por dónde se cuela la extrema valoración del poder y de la autoridad?
El orden erótico se extiende hacia el cuerpo social.
Hay un placer en el control y en el dominio sobre otro, y este placer no puede ser sino erógeno.
Leo Bersani se pregunta cómo hemos llegado a esta erogenización.
¿Acaso el movimiento del penetrador y la pasividad del penetrado, los movimientos de embestidas y retiradas, uno abajo otro arriba, no constituyen nuestra experiencia más directa con el poder?
¿O habremos sido culturalmente formados en las coordenadas erógenas del amo y del esclavo?
La autoridad, como un fenómeno excitante, es el contrapunto de la dicha en la esclavitud, así como el tirano es el contrapunto de la servidumbre voluntaria.
Si vamos más lejos, reconocemos en este hilo lo que, según interpretación de Lacan, Sade presenta en su obra: la voluntad de goce como el contrapunto de su carácter masoquista."


"Erigimos (amos, dioses, tiranos, ideologías, teorías) para servir, y esto parece hacernos dichosos.
El psicoanálisis nos enseña a situar en las coordenadas del masoquismo el resorte de la dicha en la esclavitud.
El orden de la ley, la moral, las jerarquías, el amo, son pensables como vías de insistencia de un goce de carácter masoquista.
Desde su origen, la instancia freudiana del superyó conjuga el masoquismo con la autoridad.
Es también por la vía excitante de un padre que azota, como Freud introduce al sujeto a la lógica del edipo y la castración."


"La máxima de Sade: Tengo derecho a gozar de tu cuerpo, puede decirme quien quiera, y ese derecho lo ejerceré, sin que ningún límite me detenga en el capricho de las exacciones que me venga en gana saciar en él,  coloca por delante el carácter a priori absoluto e imperativo de la voluntad de goce.

Leo Bersani llama la atención sobre el hecho de que en Occidente se ha valorizado el placer en el ejercicio del poder, en cambio el placer en la pérdida del poder y del control es degradante e inadmisible.
Sin embargo, aunque inaceptable, hay un placer en la total entrega a otro.


"El placer en la pérdida del control y en la entrega a otro aparece con la mayor transparencia en los teatros sádicos y masoquistas. 
El centro es visible por el extremo: son frecuentes las fiestas de las comunidades lésbico-gay donde el atractivo principal son las performances de subasta de esclavos. 
Tal vez el rasgo distintivo del llamado masoquista es que en él, el placer en la abolición de sí no está reprimido.
¿Por qué perder el sí nos vuelve tan felices? Haber estado un día en el mundo sin defensa y sin reserva, habiendo renunciado a todo abrigo, tan vacía como el vacío de donde se sostienen todas las cosas, libre y sin fronteras, es una experiencia inolvidable; dice Catherine Millot en sus Abismos Ordinarios."


Extractos del ensayo "La dicha en la esclavitud" de Susana Bercovich

1 comentario:

  1. Bell y certeras consideraciones. Como sumisome iidentifico con lo que se dice sobre el más o quiso. Hay un enorme placer al negarse a uno mismo, al entregarse al poder de otro. .

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