Durante la guerra y los conflictos armados, la violación se utiliza frecuentemente como un arma de guerra psicológica
con el fin de humillar al enemigo y minar su moral.
Las violaciones de guerra son, a menudo, sistemáticas y exhaustivas,
y los líderes militares en realidad incentivan a sus soldados a violar a los civiles.
Pueden ocurrir en una variedad de situaciones, incluidas la esclavitud sexual institucionalizada,
las violaciones asociados a batallas específicas o masacres y los actos individuales o aislados de violencia sexual.
Se acostumbra a violar en grupo, y también a incluir objetos desgarrantes.
A pesar que tanto la violación como la esclavitud sexual de prisioneros
de guerra,
están reconocidos por la Convención de Ginebra como crímenes
de lesa humanidad,
ambas prácticas se emplean en forma generalizada en las zonas de conflicto.
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