"A partir del momento en que tu Amo te acepta como esclavo pasas a ser de su entera propiedad en cuerpo y mente.
Tú no tienes voluntad ni deseas nada. Tus únicos deseos son las órdenes de tu Amo.
Tú no tienes nombre. Eres simplemente un objeto, un instrumento que tu Amo podrá llamar como quiera y usar en cualquier momento para obtener placer sexual o mental.
No harás nada que no sea ordenado o autorizado por tu Amo. Permanece siempre expectante porque las órdenes te serán dadas de muchas formas: de viva voz o con una simple mirada, a puntapiés o a latigazos, chasqueando los dedos o señalando.
Escucha con la máxima atención las palabras de tu Amo y cumple sus órdenes al pie de la letra.
A cualquier indicación de tu Amo contestarás siempre "Si, mi Amo" o lo que te ordene, agachando la cabeza. Para ti el NO es impronunciable.
Para tomar cualquier decisión, tanto en tu vida privada como en relación con tu Amo, lo harás en función de sus gustos y preferencias, según hayas sido domesticado.
No tienes derecho a cruzar tu mirada con la de tu Amo. Permanece con la cabeza agachada en señal de obediencia y sumisión.
Mientras estés en escena pero no seas usado permanecerás en el rincón que tu Amo te tenga reservado guardando la que debe ser tu posición natural: de rodillas, con la cabeza agachada y en silencio. Podrás apoyar las nalgas sobre tus talones pero mantendrás la espalda erguida y los brazos pegados al cuerpo. Apoyarás las palmas de las manos sobre los muslos y procurarás que los dedos queden bien estirados y separados.
Tu otra posición natural será a cuatro patas, como un perro.
No te preguntes las razones de las órdenes o castigos de tu Amo. Simplemente acéptalos y cúmplelos poniendo todo tu empeño en ello. Tu dolor es el placer de tu Amo y esa es la única razón de tu servidumbre.
No esperes de tu Amo las más mínimas muestras de afecto. Lo más parecido a ellas serán los azotes de su fusta, que agradecerás uno a uno diciendo "Gracias, mi Amo" o lo que te ordene.
Tu Amo decidirá cuál debe ser tu aspecto en cada momento. Como debes mostrarte ante Él y cómo en público.
Tu Amo podrá depilarte como y cuando le apetezca, para castigarte o simplemente para ajustar tu aspecto a sus deseos.
Te sentirás orgulloso de llevar el collar de perro o cualquier otro atributo que tu Amo te imponga pues significan que le perteneces.
Vas a ser usado como el urinario de tu Amo. Ofrécele tu cuerpo, tus manos y tu boca para ser regado. Aprende a recibir la orina de tu Amo con la boca abierta y aprecia su sabor, porque es el sabor de tu Amo.
Cuando tu Amo te considere suficientemente adiestrado te concederá lamerle el culo.
En presencia de tu Amo no tendrás intimidad. Suplica su autorización para hacer tus necesidades y Él decidirá como y donde debes hacerlas.
Cuando tu Amo te ordene que cojas o le traigas algo tu forma natural de hacerlo será con la boca y desplazándote a cuatro patas.
Tu lugar natural para comer es el suelo, como los perros. Deberás acostumbrarte a hacerlo sin ayuda de las manos, a mordiscos y lametazos, ensuciándote la cara, sorbiendo los líquidos
Mantén tu boca, tu lengua y tus labios húmedos y dispuestos para lamer y chupar en cualquier situación.
Cuando tu Amo te ordene que limpies algo hazlo lamiendo, tanto si se trata de alguna parte de su cuerpo como de sus zapatos o incluso del suelo.
Por regla general permanecerás en silencio, pero cuando dirijas la palabra a tu Amo hazlo con el máximo respeto y dándole el tratamiento que te ha enseñado (mi Amo, mi Dueño, mi Señor). Mantén la cabeza agachada y háblale sin levantar el tono de voz. Utiliza frases cortas y di las cosas con claridad, brevedad y precisión. No hagas preguntas innecesarias. Tienes terminantemente prohibido decir cosas del tipo "quiero...”, "deseo...”, etc. pues tu voluntad y tus deseos han sido anulados.
Llegará el día en que tu Amo te prestará a otros Amos, a sus amigos o incluso a otros esclavos. Sírvelos tal como tu Amo desee y niégate a todo aquello para lo que no tengas su autorización.
Si tu Amo posee otros esclavos además de ti, serás siempre el último en sus preferencias. No aspires a ninguna prioridad o trato preferencial.
Tus órganos sexuales no te pertenecen. Como todo tu cuerpo son propiedad de tu Amo que dispondrá de ellos a su antojo. En ningún caso podrás usarlos para buscar placer por tu cuenta sin la autorización de tu Dueño.
Tus orgasmos serán siempre autorizados y administrados por tu Amo. No tendrás ninguno sin su permiso, que incluso suplicarás cuando estés siendo usado por Él. Si incumples esta regla te expones a un castigo muy severo.
Tu ano y tu boca serán follados indistintamente. No rehuyas ni opongas resistencia a la disciplina o los castigos que tu Amo te imponga. Superarás mejor cada una de las pruebas si aprendes a tensar o relajar tu cuerpo en función de las situaciones, cuando tu Amo te azote, te fustigue, te golpee, te ate, te amarre, te suspenda o te folle.
Acepta las marcas que los azotes de tu Amo dejarán sobre tu cuerpo. Son adornos para su placer.
El adiestramiento y el aprendizaje de un esclavo no acaban nunca. La imaginación es el mejor instrumento para un perfeccionamiento constante.
Confiesa a tu Amo todo aquello que realices en contra de su voluntad, incluso los pensamientos negativos. Se absolutamente transparente porque la mentira o el engaño significarían el fin de tu servidumbre. Ahuyenta tus dudas exponiéndolas abiertamente. Tu Amo decidirá los castigos que mereces y tomará las decisiones oportunas para tu reeducación.
El poder y la autoridad de tu Amo te infunden temor y respeto. Su sabiduría y su perverso refinamiento te fascinan. Estás orgulloso de pertenecerle y tu máxima satisfacción es comprobar que se siente a gusto"
De "Reglas básicas de un sumiso/esclavo", en Vivir el BDSM por La manzana de Eva
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