Muchas veces el fuego de los incendios deja en brasas a los valientes que lo enfrentan de cerca.
A algunos les arde el culo, a otros la verga se les enciende.
Si por fortuna los unos coinciden con los otros les queda el consuelo de apagar sus ardores mutuamente ...
por lo menos hasta que un nuevo incendio los vuelva a encender.
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