Todos los Martes pase lo que pase su agenda estaba en blanco.
Pero no eran días en los que no pasaba nada.
Esos días una cita lo obligaba a cumplir con el Dominante al que se tenía que dirigir siempre llamándolo Señor.
El resto de la semana se comportaba como todos los chicos de su edad, pero eso no lo conformaba.
Eso es el pasado. Hoy también cumple como todos los Martes satisfaciendo al Dominante.
Pero el resto de semana es uno de chicos que cautivos sirven a ese Señor al que ahora llama Amo.
Es dura la vida en ese harem de esclavos, pero la recompensa semanal hace que valga la pena el sacrificio.
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