No está mal poner el mejor empeño en cumplir una orden del Superior,
especialmente en este caso cuando dicha orden es la de romperle el culo a un prisionero rebelde que se niega a colaborar.
Dueño de un señor culazo, el prisionero, recibirá antes de los intensos pollazos de su verdugo
una de las comidas de culo más alucinantes que le hayan hecho jamás.
A pesar del abuso y la humillación, el muy puto del prisionero termina pasándola muy bien,
pues no para de saltar ensartado, rebotando con cada sentada sobre la verga del ejecutor.
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