Acostumbrado a ser un jugador estrella, siempre elegido para integrar el equipo de polo: lleno de testosterona y atractivo sexual no entiende que pretenden los entrenadores y jefes con este examen.
El chico cumple con todo lo que le piden y responde nervioso y sudoroso ante el manoseo al que es sometido.
Criado bajo el cuidado y la protección estricta de una familia y conservadora rica, se le enseñó que su cuerpo es un templo.
Hasta ahora nunca había expuso su virginidad de una manera tan obscena.
Abrumado mientras manejan sus partes privadas con tanta insistencia, avergonzado, el pobre chico no puede detener lo que le sucede.
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