"¿Era yo entonces un chico inocente, o una puta viciosa reprimida por una educación severa y tradicional esperando por el Macho que le abriera los ojos?
En todo caso y tal como me lo creí ese verano, yo era uno que soñaba despierto porque el Hombre que admiraba no solo se había fijado en mi, sino que también estaba dispuesto a iniciarme en el sexo.
Mi cuñado había sido padre, y yo tío de una beba que se parecía mucho a mi hermana.
Tenía que hacerse cargo de un campamento en las sierras y agradecí que me invitara a ayudarlo. Eran mis vacaciones después de terminar la escuela y antes de comenzar la Universidad.
Al caer la tarde cuando el trabajo terminaba, solo nos teníamos el uno para el otro. Y la sangre nos hervía de hormonas,
Me trató con ternura y con pasión, y caí rendido a sus pies para adoralo como a un Dios.
Como el Superior que se digna a dejarse admirar y reverenciar por sus inferiores.
Todo un verano, a mis 17 años, me dio de comer y de beber con su verga, me llevó al éxtasis y me permitió quedar allí suspendido.
Y yo, iluso mortal, fantaseaba con que un Dios quedará a mi disposición para siempre, dispuesto a darme el placer de su atención y de su cuerpo.
Esperaba que eternamente derrochara su preciosa leche para fecundarme, su valiosa orina para perfumarme y marcarme, su rica saliva para calmar mi sed.
Ese verano acabó como todos los veranos, y como todos los sueños románticos.
Cada uno en sus asuntos, vivíamos separados pero permanentemente conectados, lógico pertenecíamos a la misma familia.
Mi abstinencia de sexo con mi Hombre me enloquecía, tenerlo tan lejos y tan cerca a la vez!
Muchas veces le rogé por una cuota del bien con el que me había hecho su adicto en el campamento.
Hasta que el Dios puso las cosas en claro.
¿Acaso podía negarme a ser su esclavo como me lo exigía, si eso era lo que yo deseaba con toda el alma?
...
Hoy, cuando me cogen otros hombres, cuando chupo vergas anónimas y me dejo insultar por dinero, cierro los ojos y recuerdo ese verano de mis 17 años; y me repito que si disfruto con el sexo sucio y corrompido es porque soy todavía un chico inocente y enamorado, que necesita recaudar dinero para entregárselo a su Amo y que este le permita seguir a su lado.
Otras veces le doy la razón a mi Dios, cuando asqueado de mi, se niega a cogerme porque en el fondo soy una puta viciosa a la que le bastó un empujón para asumirse y desatarse."
andrea
(prostituto de la ciudad de Córdoba Argentina, dependiente irrecuperable de su Hombre)
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