De un casting donde se presentaron más de cien candidatos quedaron seleccionados estos cinco machitos.
Se buscaban chicos pijudos y complacientes, dispuestos a trabajar en un burdel flotante en aguas internacionales del Caribe.
Ahora tienen por delante un período de intensa capacitación y entrenamiento para que sean capaces de satisfacer a una clientela de sofisticados viciosos, algunos de ellos sufrientes masoquistas y otros perversos sádicos.
Han firmado un contrato con mucha letra chica, sospechamos que no todos, si es que alguno, ha reparado en apartados que suponen condiciones de esclavitud sexual.
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