- Perro, esperame dentro de una hora donde ya sabes y como a mi me gusta.
Su deber era complacer a ese Amo que no le conocía la cara, porque siempre lo citó con los ojos vendados,
pero que sí conocía ya muy bien el sabor, el grosor y la dureza de su verga.
-Si Amo.
Esa era por supuesto la única respuesta posible.
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