Sucedió en la enfermería, y nunca recordó como fué que llegó ha estar atado sobre la mesa.
Lo que sí recuerda es la cara de los dos sádicos que lo abusaron,
y los insultos y burlas que acompañaron la dolorosa humillación de quitarle el virgo anal con un palo y a los golpes.
Y lo peor fué acabar como una perra mientras le corrían una bruta pajota.
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