13/3/14

Una esclavitud que libera



El inmenso éxito de "Cincuenta Tonos de Gris", la novela sado-rosa de la inglesa E. L. James, ha hecho que la felicidad en la esclavitud parezca una idea nueva, para el grueso de las capas medias de la sociedad. 
Muchas voces están escandalizadas porque en esta trilogía la protagonista se presta voluntariamente a ser la esclava sexual de un hombre. 
En realidad, esta novela puede ser la confesión de muchos; por fin alguien confiesa que acepta con una sensual docilidad los reclamos de un Dominante. 
Este sadomasoquismo sexy del siglo XXI también representa una expresión que la literatura erótica ha anunciado hace siglos: la posibilidad de una esclavitud que libere. 
En un mundo que pregona la libertad como un valor supremo, acaso no es libre el que decide qué hacer con su vida? 
Queramos o no, la búsqueda de la libertad puede ser sórdida. 


Las prácticas sexuales sadomasoquistas pueden ser vistas como conductas enfermas, sin embargo, las relaciones consensuadas no implican patologías; son enfermos mentales los que gozan al realizar actos de crueldad, dominio o humillación sobre personas que no prestan su voluntad ante semejantes actos. 
 El sadomasoquismo es -quizá- uno de los aspectos más oscuros de la sexualidad humana, pero resulta importante comprender que no se trata de una enfermedad: es una forma de placer elegida con libertad por los individuos que lo practican. 
La libertad tiene un costo muy alto, y entonces vale usar al sexo como un programa de redención que se vuelve una amenaza contra las reglas de la sociedad: no arrepentirse, gozar sin límites, sin consideración y sin temor porque el pecado ya no existe.

 
"Si te arrojan a las tinieblas, disfruta el vértigo que sientes mientras caes, 
porque en ese momento estás más vivo que el resto de los mortales" 
José Ovejero (sic) 


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